lunes, 26 de octubre de 2009

A LA TRAICIÓN DE UNA HERMOSA

Tú que prendiste ayer los aurorales
fulgores del amor en mi ventana;
tú, bella infiel, adoración lejana,
madona de eucologios y misales;

tú, que ostentas reflejos siderales
en el pecho enjoyado, grave hermana,
y en tus ojos, con lumbre sobrehumana,
brillan las tres virtudes teologales:

no pienses que tal vez te guardo encono
por tus nupcias de hoy. Que te bendiga
mi señor Jesucristo. Yo perdono

tu flaqueza, y esclavo de tu hechizo,
de tu primer hijuelo, dulce amiga,
celebraré en mis versos el bautizo.

Ramón López Velarde

miércoles, 21 de octubre de 2009

BALADA DEL AMOR TARDÍO

Amor que llegas tarde,
tráeme al menos la paz:
Amor de atardecer, ¿por qué extraviado
camino llegas a mi soledad?

Amor que me has buscado sin buscarte,
no sé qué vale más:
la palabra que vas a decirme
o la que yo no digo ya...

Amor... ¿No sientes frío? Soy la luna:
Tengo la muerte blanca y la verdad
lejana... —No me des tus rosas frescas;
soy grave para rosas. Dame el mar...

Amor que llegas tarde, no me viste
ayer cuando cantaba en el trigal...
Amor de mi silencio y mi cansancio,
hoy no me hagas llorar.


Dulce María Loynaz de Castillo

sábado, 17 de octubre de 2009

CANCIÓN NOCTURNA

A los pies de tu cama, como un perro,
se echó mi corazón.

Noche tras noche
gime calladamente su reproche
y sufre injustamente su destierro.

Allí está. Nada importa que lo aparte
tu pie pequeño y cruel.

Allí, en la sombra,
calla el grito de amor con que te nombra,
para no despertarte.

Noche tras noche, hasta que llega el día,
gime un reproche y sufre su destierro.
Tú no lo sabes, —nadie lo sabría.
Y a los pies de tu cama, como un perro,
mi corazón espera todavía.


José Angel Buesa

martes, 13 de octubre de 2009

Nadie se muere de amor

¡Nadie se muere de amor!

¡Cómo habías de vivir
si amando, pobre mujer,
tenemos que combatir,
y el luchar nunca es vencer,
el luchar siempre es morir!

Cuando entre galas y flores
amor te daba la palma,
le dije a tus amadores:
«No le habléis tanto de amores
que tiene sensible el alma».

Pero el mundo descreído
respondió con su sonrisa:
«Deja que halaguen su oído,
que ya por el bien querido
nadie se muere, poetisa».

Volví más tarde a decir:
—Mirad que perdió el color
y no cesa de gemir».
Mas él tornó a repetir,
—Nadie se muere de amor.

—Puede ser que el mundo ignore
cuanto su dolor la hiere...
—Deja, poetisa, que llore,
por mucho que al hombre adore,
ninguna mujer se muere.

Yo volví más consolada
y estabas en la agonía.
—¡Se muere! clamé aterrada;
pero el mundo respondía:
—Es muerte de enamorada.

Ya tu pecho palpitante
al impulso del dolor,
lanzó un grito penetrante,
y el mundo dijo: —¡Es amante!
¡Nadie se muere de amor!

Yo vi tu mirada incierta
clavarse al fin aterida,
y dije al mundo: —¡Está muerta!
y respondió: —Está dormida;
¡ya verás cómo despierta!

Ya oye el mundo la campana
que anuncia con su clamor
de una belleza lozana
¡la muerte horrible y temprana
que le ha alcanzado su amor!

Ya envuelta en el blanco velo
la ve al sepulcro marchar
y la acompaña en el duelo,
y aun aguarda con recelo
que pueda resucitar.

Y al sepultar a la bella
no sabiendo en su rencor
qué decir el mundo de ella,
dice: La mató su estrella...
Nadie se muere de amor.

Carolina Coronado

domingo, 4 de octubre de 2009

Fin de un Amor

No sé si es que cumplió ya su destino,
si alcanzó perfección o si acabado
este amor a su límite ha llegado
sin dar un paso más en su camino.

Aún le miro subir, de donde vino,
a la alta cumbre donde ha terminado
su penosa ascensión. Tal ha quedado
estático un amor tan peregrino.

No me resigno a dar la despedida
a tan altivo y firme sentimiento
que tanto impulso y luz diera a mi vida.

No es culminación lo que lamento.
Su culminar no causa la partida,
la causará, tal vez, su acabamiento.

Manuel Altolaguirre